Dejar todo para el último momento, posponer las tareas para el final, dejar todo para mañana, es procrastinar. Es una cosa para muchos normal e incluso les sirve como excusa, por falta de tiempo o por la necesidad de resolver asuntos más urgentes. No sé si después del 28-A había algo más importante para el PSOE que comenzar a negociar y pactar la investidura de Pedro Sánchez.
Cuando se posponen las cosas por resolver asuntos más urgentes o por simple falta de tiempo, se puede entender. Pero, cuando se hace deliberadamente, a sabiendas, para forzar otras elecciones o intentar conseguir la abstención del PP o Ciudadanos, eso se llama procrastinar. Mientras han tenido todas las posibilidades de negociar la investidura de Pedro Sánchez pero se ha inventado todo tipo de excusas para postergarla.
Procrastinar, es, demorar algo a sabiendas de que esa dilación es perjudicial. Y, también dejar las cosas para el último momento, pensando que la presión es beneficiosa para resolver los problemas. Quizás procrastinar, es un eufemismo de tomarnos el pelo a los que fuimos a votar y votamos por un voto progresista, creyendo que era la solución para este país.
Perder el tiempo, jugar con la decisión de los votantes, evitar que haya un gobierno, que se aprueben unos presupuestos, evitar poner los cauces para solucionar los problemas de España, no es procrastinar, es tratarnos a los ciudadanos y ciudadanas como tontos. Porque votamos, para que los políticos sean capaces de ponerse de acuerdo, de hacer posible lo necesario.
La falta de acuerdo y de inamovilidad en los políticos, les hace olvidar que su obligación es luchar por nuestros derechos, por la igualdad de oportunidades y en definitiva por la justicia social y olvidar la vanidad, la ambición, el sectarismo por su mediocridad ilimitada. Estos políticos están jugando con nuestros derechos y las leyes que nos protegen, contra los más humildes, los más desprotegidos, marginados y olvidados del sistema. Y, además no faltan el respeto a todos, no haciendo lo que tienen que hacer…