Lo privado no es público.

El artículo 18 de la Constitución Española «garantiza el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen». Lo cual asegura supuestamente, lo privado, de todos los españoles, incluido el presidente del Gobierno. En la Declaración Universal de los Derechos Humanos en el artículo 12, se establece que:»Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación.

Algo tan personal como es nuestra privacidad, lo privado, nos hemos acostumbrado a compartirlo en las redes sociales. Hay personas que lo publican todo en redes sociales. Las frontera entre lo privado y lo público se confunde, la privacidad se pierde ante la necesidad de conectarse, cayendo en el narcisismo y buscando un cierto reconocimiento. Las redes sociales han sustituido a la llamada telefónica, a la carta o el contacto personal. Las personas se han acostumbrado a construir su «yo» en internet, convirtiendo a simples plataformas de comunicación en el único medio de comunicación.

Cuando aparecen los WhatsApp de Pedro Sánchez y José Luis Ábalos en el diario El Mundo, entre 2020 y 2021, lo primero que uno se plantea si WhatsApp es un canal de comunicación apropiado entre un presidente del Gobierno y un secretario de organización del PSOE. Pero, es evidente que el WhatsApp es un canal de grupos familiares, grupos de trabajo, grupos para organizar cenas, grupos de salir de fiesta, grupos de amigos del instituto… El WhatsApp está repleto de conversaciones y notificaciones incómodas que salen directamente de todos estos grupos. Sánchez y Ábalos utilizaron el WhatsApp para hacer coleguismo, porque en privado no se utiliza el mismo lenguaje que en público.

Lo que te planteas después, es el interés informativo de publicar WhatsApps en un periódico, aunque sean de Sánchez y Ábalos, conversaciones privadas, sobre cuestiones organizativas del PSOE que no están vinculados a ninguna causa judicial. Pero, lo realmente preocupante es cómo han llegado a la redacción de El Mundo. Si de una filtración policial, judicial o incluso del propio Ábalos.

Ante el derecho a que la ciudadanía sea informada verazmente por los medios de comunicación, está también el derecho de todos los ciudadanos a que sea respetada nuestra privacidad. La vulnerabilidad que sufre Pedro Sánchez en su privacidad solo busca hacer daño a un Gobierno que ha sido elegido democráticamente y que algunos no han aceptado aún.

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