El lenguaje no es androcéntrico, no es masculino ni femenino. El lenguaje no es sexista, ni excluyente, pero su utilización no es inocente y puede ser machista. Estamos acostumbrados al uso sexista del lenguaje en medios de comunicación, en la publicidad, en escritos oficiales e incluso en nuestra vida más cotidiana. Sin un lenguaje no sexista e inclusivo, es imposible conseguir la igualdad real y efectiva entre mujeres y hombres. El lenguaje debe utilizar palabras que no discriminen a las mujeres, que no sean excluyentes, que su uso no se base en el abuso del masculino como genérico o neutro. Tal y como considera la lingüista Eulalia Lledó “el lenguaje no es sexista en si mismo, sí lo es su utilización. Si se utiliza correctamente también puede contribuir a la igualdad y a la visibilización de la mujer”.
Son demasiados los vicios que tenemos en el lenguaje. En el orden, cuando decimos «padres y madres», «hombres y mujeres», «niños y niñas» como una jerarquía o preferencia de unos sobre otras. El uso de falsos genéricos, cuando hablamos de «trabajadores» se entienden hombres y mujeres, sin embargo si decimos «trabajadoras» se entiende solo a mujeres. El uso de los duales aparentes, términos que adquieren significados diferentes según el sexo al que se refieran, «hombre público» o «mujer pública», «sargento» o «sargenta». Cuando vulgarizamos la cita de una mujer anteponiendo el artículo “la” a su nombre o apellido. Cuando se hacen referencia al estatus de la mujer en función de su relación con el hombre y no por sí mismas. Cuando no se denuncia la publicidad sexista que utiliza el cuerpo, la imagen y los estereotipos femeninos para vender un producto. Cuando se sigue utilizando refranes, dichos, coplas y piropos que estereotipan a la mujer y que atentan contra la integridad, dignidad y libertad humanas.
Necesitamos un lenguaje inclusivo y no sexista, que respete y haga visible a todas las personas, que reconozca la diversidad sexual y de género. Aún existe la falta de costumbre genérica a emplear términos femeninos. El sustituir el uso de sustantivos genéricos o colectivos para englobar ambos sexos o utilizar el lenguaje inclusivo, porque siempre será mejor que el uso del masculino exclusivamente. El lenguaje sigue transmitiendo estereotipos y roles históricamente considerados adecuados para mujeres y hombres en una sociedad. Y, eso no es responsabilidad solo de la Real Academia de la Lengua, es cuestión de todos y de todas.
Vivimos en una sociedad con demasiados estereotipos, donde aún empleamos adjetivos para los niños y diferentes para las niñas. ¿ Por qué un niño tiene que ser valiente, fuerte o inteligente ? Y, sin embargo las niñas tienen que ser dulces, simpáticas y soñadoras. ¿ Por qué las niñas tienen que jugar con muñecas ? ¿Por qué las niñas ayudan a limpiar a sus madres ? ¿Por qué las mujeres tienen que abandonar sus trabajos para cuidar a sus hijos o personas mayores ? ¿Por qué las mujeres cobran menos que los hombres, haciendo el mismo trabajo ? El lenguaje no es sexista, pero la sociedad y la utilización del lenguaje, lo es. Una sociedad androcéntrica y machista, que cosifica a las mujeres, que las desprecia y las mata. El lenguaje nos puede ayudar a hacer una sociedad más feminista, más igualitaria, más justa… ¡ Piensa en tus palabras !