¿Qué significa «blanco y en botella»? Es una expresión coloquial muy común cuando algo es obvio, algo que está claro. Con cerca del 20% de los votos, a falta de los resultados definitivos, Alternativa para Alemania (AfD, un partido ultraderechista de ideología nacional-conservadora, ha logrado ser la segunda fuerza más votada en las elecciones alemanas celebradas ayer domingo, el mayor partido de extrema derecha en Alemania desde 1945. Con una participación electoral del 83%, superior al 76,4% de 2021.
Donde la coalición conservadora Unión Democristiana/Unión Social Cristiana (CDU/CSU) de Friedrich Merz, ha ganado las elecciones al Bundestag y será el nuevo canciller que sustituirá a Olaf Scholz tras perder, hace tres meses, el Gobierno por una moción de confianza. Donde el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) ha obtenido su peor resultado en unas elecciones federales con un 16,4 % frente al 25,7 % en 2021. Nadie quiere pactar con el AfD, para la formación de gobierno, todos son partidarios del «cordón sanitario». El SPD y los Verdes no suman mayoría y todo queda en una posible alianza de la Unión con el SPD.
La ultraderecha del AFD casi ha duplicado sus resultados en comparación con el 10,4% de los votos que obtuvo en las elecciones de 2021. Radicalizando, provocando con referencias veladas al nazismo, utilizando carteles publicitarios con mensajes como «Wir schützen» (protegemos sus hijos) donde se ve a una familia donde el padre y la madre levantan el brazo para formar una especie de techo, que recuerda indudablemente el saludo nazi. Publicidad basada en el supremacismo, racismo y xenofobia, bajo el pretexto de la libertad de expresión o del patriotismo.
El ascenso de la AfD canaliza el descontento popular, por una combinación de factores económicos, sociales y políticos. Por un lado, Alemania vive actualmente una recesión económica, la llegada de muchos inmigrantes, la guerra en Ucrania, el descontento general de los Länders de la Alemania del este y la presidencia de Donald Trump, ha llevado a un cambio de las prioridades. Donde la AfD, propone un discurso populista, prometiendo devolver el poder al pueblo frente a una élite que les oprime, la devolución de inmigrantes, y la seguridad, aprovechándose de una serie de ataques producidos por inmigrantes y refugiados para estimular el miedo y asegurar que el Estado alemán había fallado en sus políticas de asilo e integración de ciudadanos extranjeros.
Blanco y en botella en Alemania. «Eadem sed aliter«: la eterna repetición de lo mismo. La extrema derecha de la AfD quiere cerrar las fronteras; la expulsión masiva de extranjeros de Alemania y también de ciudadanos alemanes de origen extranjero; quieren dejar de apoyar a Ucrania, que Alemania salga de la OTAN y que se levanten las sanciones contra Rusia; mantener las centrales de carbón y reabrir las últimas centrales nucleares cerradas en 2023; una estrategia de guerra cultural contra la ideología «woke», igual que el Partido Republicano estadounidense; la salida de la Unión Económica y Monetaria (UEM), regresando al Deutsche Mark.
El AfD normaliza discursos y símbolos de odio, saludos romanos que recuerdan a los nazis, busca el apoyo de Elon Musk con su «gesto incomodo» y sus declaraciones en apoyo del partido ultraderechista. El 20% de votos de AfD va en contra del «Vergangenheitsaufarbeitung» (hacer frente al pasado), donde se empezó a trabajar en el recuerdo y la educación sobre el nazismo; el reconocimiento del Holocausto; en definitiva, la construcción de una Alemania inclusiva y democrática. Las continuas elecciones nos confirman la subida y afirmación de las ideas de la ultraderecha en Europa y en Estados Unidos, mientras tanto la izquierda no aporta nada. Algún día, el «blanco en botella» de Alemania, no lo podrá solucionar los «cordones sanitarios»…