Hacer Europa antifascista otra vez.

El epíteto «fascista» se asocia con Mussolini, con Hitler o con Franco, que poca diferencia tenían con las tácticas del bolchevismo ruso. El final de la Segunda Guerra Mundial supuso una nueva etapa con el objetivo de hacer una Europa antifascista, para instaurar un periodo histórico nuevo y más esperanzador. Ahora, de nuevo las ideas ultras están creciendo cada vez más en Europa y tienen su principal representante en el presidente de los Estados Unidos Donald Trump. Durante este viernes y sábado, los principales líderes de Patriotas por Europa, la extrema derecha europea, se reúnen en Madrid, unidos con el «objetivo de hacer Europa grande otra vez» (make Europe great again). Copia del acrónimo MAGA, del lema de campaña de Trump en sus anteriores candidaturas: «Make America Great Again». Ante esta amenaza, solo nos queda  hacer que Europa vuelva a ser antifascista (make Europe antifascist again) como lo hizo con la destrucción del fascismo en 1945.

Una ultraderecha conservadora y reaccionaria en lo político, ultraliberal en lo económico, con posiciones hostiles hacia la democracia liberal. Con una mezcla entre autoritarismo, nacionalismo, populismo y xenofobia. Defensores de la libertad; la falta de respeto a las minorías o el Estado de derecho. Discursos antiinmigración, contra la corrupción, la desindustrialización o defensores de la primacía del interés nacional. En contra de las medidas para luchar contra el calentamiento global. Sin embargo, cada vez tienen más seguidores. Sea alimentan de la desesperación, del desencantamiento con la política tradicional, de un sistema para ellos corrupto y fallido, instrumentalizando y mintiendo. Pero, cada vez hay más y menos con ganas de oponerse a este neofascismo. La extrema derecha ha logrado polarizar a la sociedad con una retórica alarmista, donde ofrece soluciones simples a problemas complejos. Y, la gente se lo cree.

Ir en contra de las ideas de la ultraderecha, es ir en contra de quienes nos quieren arrebatar nuestros derechos. El antifascismo, después de la Segunda Guerra Mundial, no fue solo un movimiento de izquierdas, fue una corriente de unión entre conservadores, socialdemócratas, ecologistas, sindicalistas, feministas… Que no sirvió para cambiar la dictadura franquista en España y para ser eje de la política de la Unión Soviética y sus estados satélites. Incluso hubo la manipulación por parte de la izquierda de buscar ciertas afinidades entre capitalismo y fascismo. El antifascismo fue una articulación dialéctica entre democracia y transformación de la sociedad, buscando la igualdad no sólo jurídica sino social, con el apoyo de amplios sectores sociales.

En el pasado las ideas fascistas representaron una amenaza letal para los derechos y libertades, una amenaza para los movimientos obreros y emancipatorios, donde la clase capitalista reconocía el liderazgo político de los fascistas, como garantía del cumplimiento de sus objetivos, donde en España las derechas atacaron el poder constituido democráticamente de la República española. Nada ha cambiado, para pensar que la extrema derecha beneficie al pueblo. Lo que está claro es que con el paso de los años la izquierda ha perdido la capacidad de organizar y encuadrar a las masas, el acierto no es de la ultraderecha, es un error de los partidos progresistas, incapaces de implementar soluciones. Si la ciudadanía no reacciona, si no volvemos a hacer una Europa antifascista otra vez, será tarde. Y, entonces ya no habrá solución.

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