«Aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo«. La frase aparece en su primer libro The Life of Reason (La vida de la razón), del filósofo George Santayana (1863-1952). La historia constituye para los pueblos el conjunto de aciertos y errores que sirven como referencia para modelar el futuro. Lo bueno, constituirá el modelo apto para ser repetido o emulado, lo malo establecerá un llamado de alerta para no revivir etapas ya superadas. Hoy 20-N hace 49 años que murió el dictador español Francisco Franco. Los suficientes años, para que tres generaciones no sepan quién era Franco, pero, para no revivir nunca más, nada similar.
Si establecemos las generaciones «Silent» (1928-1948), los jóvenes que llegaron a edad adulta en pleno período de la Segunda Guerra Mundial y Guerra Civil Española y los Baby Boomers (1945 y 1964), que vivieron la postguerra, nacieron en una dictadura, vivieron el pacto de silencio de la mal llamada Transición y llegaron a conocer la democracia. Son las dos únicas generaciones que son conscientes de que España fue casi durante 40 años una dictadura: para unos el recuerdo de algo positivo y para otros el recuerdo de atrocidades. Unos recuerdan la paz, los pantanos, las carreteras, los hospitales… Y, otros sufrieron la represión, las torturas, la falta de democracia y libertades…
Lo que está claro es que para la generaciones: X, la Y o Millennials, la Z o Centennials y la generación Alfa, Franco es una parte de la historia de España, mal contada por libros de texto y por la transmisión cultural: en forma de actitudes, valores, creencias y pautas de comportamiento, unos explicando que era un tirano y otros diciendo que no era tan malo. Porque, como decía Ramón de Campoamor: «Todo es según el color del cristal con que se mira» y como le fue a cada uno en la dictadura. Unos lo vivieron como vencedores y otros como perdedores, unos tuvieron privilegios y otros fueron encarcelados, torturados, muertos y olvidados en una cuneta o simplemente tuvieron que exiliarse por luchar por la libertad, la democracia y contra la dictadura franquista.
Demasiados españoles y españolas, no conocen el pasado y no valoran lo que tenemos ahora. Los humanos tenemos tendencia a desfigurar lo pasado, a recordar lo bueno o lo malo. Aunque, por supuesto, todo es relativo y desde el punto de vista personal, de cada uno. Por eso, es tan importante, explicar la historia desde un punto de vista objetivo que no sirva para un revisionismo que se empeñe en mantener ideales simbólicos del pasado.
Olvidar la historia tiene el riesgo de volver a cometer los mismos errores. Porque, la sociedad tiene una memoria corta. Somos el fruto de nuestro de nuestro pasado y la hemos de traer al presente y elevarla a la comprensión de todos. «Aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo»
Los jóvenes que hoy gritan «Viva Franco», puede parecer que tienen ideas fascistas o nazis. Pero, no sabemos si lo hacen simplemente por odio o por estar de acuerdo con la dictadura franquista, sin conocer su historia. Ciertamente siempre existirán voces y libros que se encargarán de transmitir la historia de generación en generación, pero también es muy frecuente desfigurarla y cambiarla según intereses partidistas o politicos. Nadie puede borrar el pasado, pero si prostituirlo. La experiencia nos muestra, a veces con frecuencia, que la historia se repite, más aún, cuando vaciamos nuestra memoria.
Después de 49 años de la muerte del dictador, tenemos libertad y democracia. Quizás, nada es perfecto del todo. Quizás, algunos no lo valoren, porque nunca les ha faltado la libertad y la democracia, pero es la única manera de conciliar las diferencias y administrar los intereses de los ciudadanos a través del voto.