No son refugiados,son rocieros.

Un camino duro, empeñados a llegar a toda costa a su destino, frío, lluvia y barro, caminos anegados. Caras de decepción, con semblante resignado, carretas con toldos cerrados, tractores, caballos, mulos y bueyes, chubasqueros cubriendo los tradicionales lunares de colores y los simpecado que apenas se distinguen resguardados bajo un aparatoso plástico. No son refugiados, son rocieros. La devoción rociera, los une y empuja en torno a ese sentimiento mariano. Su objetivo no es otro que cumplir un sueño, un anhelo que tras un año de espera, supone el encuentro con la Virgen del Rocío. La fe no entiende de aguaceros y tormentas, pero tampoco de quejas. Tienen dispositivos de atención y emergencias con motivo de la romería, comprobando el estado de los caminos, planteando alternativas pertinentes, velando por la seguridad, el tráfico y la salud de las miles de personas. 117 hermandades filiales, miles de personas entonando los clásicos "vivas" a la Blanca Paloma, sones de flauta y…

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