Legislar bien, para que los jueces fallen bien.

Legislar no puede ser consecuencia de la indignación, conviene analizar todas y cada una de las derivadas que puede tener una decisión. La ley más feminista de este Gobierno, la ley del "si es si" , se está encontrando con controversias que solo están ayudando a dar munición a la derecha más extrema. Una ley que se hizo para defender a las mujeres, unificando el antiguo delito de “abuso sexual” y el de “agresión sexual”, se ha convertido en un boomerang, donde los jueces en su margen de interpretación, están aplicando penas máximas y mínimas en función de cada caso en concreto. Todo por supuesto con matices, dependiendo de los jueces e incluso del área geográfica, aplicando a lo que antes eran “abusos” penas mayores y las antiguas “agresiones”, condenas un poco menores que antes. Las consecuencias de una ley no son fáciles de prever a primera vista, pero ni esta ley…

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La indignación permanece en la sociedad.

Después de diez años del 15-M, la indignación permanece aún en la sociedad, pero de una manera diferente. La ciudadanía sigue indignada y enfadada frente de la perspectiva económica, social y política. El 15-M fue el reconocimiento de un hartazgo que puso éticamente y políticamente, a muchos ciudadanos y ciudadanas en movimiento. En la que coincidieron aspectos de la realidad política y económica, planteando desde la indignación social: la democracia, la participación ciudadana, la representatividad, la desigualdad social... Reclamando todo esto con ira y enfado, desde las plazas y los movimientos sociales. Todo comenzó con el libro titulado Indignez-vous! de Stéphane Hessel, en el que invitaba a los jóvenes a indignarse ante el estado actual del mundo, a rebelarse pacíficamente contra el poder de los mercados financieros. Y, luchar contra las desigualdades y las injusticias. Después vino la primavera árabe en la plaza Tharir de El Cairo, las manifestaciones en la Puerta…

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De la indignación a la desilusión.

El proyecto político Podemos meses antes de las elecciones europeas de 2014, había nacido para “convertir la indignación ciudadana en cambio político”. Ahora, después de cinco años Vox, se ha convertido en el partido que aglutina a viejos votantes del PP, a muchos procedentes de la abstención y sobre todo fruto de la desilusión, de la decepción con el resto de partidos y con el sistema democrático actual. Si Pablo Iglesias fijó su objetivo en: Ganar el cielo por asalto”, y que estaban convencidos de que ante “un régimen que se derrumba” ellos salían a ganar en las elecciones generales de diciembre de 2015. Ahora, el líder de VOX, Santiago Abascal, promete salvar España del caos. Podemos tuvo su decepción cuando en las elecciones generales de 2015 coaligado con Compromís en Valencia y con las confluencias En Comú en Cataluña y En Marea en Galicia quedaron en tercer lugar y el asalto a…

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