Vergüenza.
Es una vergüenza el olvido de unas normas que garanticen el respeto de los derechos humanos a los inmigrantes y refugiados. Es una vergüenza que la muerte y el olvido de seres humanos se convierta en una costumbre, en una noticia que ha dejado de ser titular. El pasado 27 de enero, se encontró el cuerpo de un niño, se llamaba Samuel, estaba en descomposición en una playa cerca de Barbate (Cádiz), no hubo ningún tipo de comunicado hasta el domingo. La Subdelegación del Gobierno quizás no quiso ocultar la noticia pero tampoco le dió la relevancia que tenía por temor a su previsible repercusión. Samuel tenía seis años, y estaba huyendo junto a su madre de la miseria y los horrores de la República Democrática del Congo. Una peligrosa aventura de cinco mil kilómetros que terminó cuando alcanzaban Europa, a Veronique, su madre, también la encontraron muerta en una playa cercana pocos…
