La sociedad del egoísmo indiferente.

Vivimos en la sociedad del egoísmo indiferente. Una sociedad individualista, donde prevalecen los principios egoístas e insolidarios: el sentido de lo realmente importante, es si genera un beneficio propio medible. No merece nuestro tiempo y dedicación, algo que no es importante, que no me afecta, que no me perjudica ni beneficia. Nuestras sociedades ricas se basan en el individualismo, en el consumismo, el hedonismo y en un egoísmo indiferente hacía los más próximos y los desconocidos. Es la cultura del yo, en la que nos amamos a nosotros mismo y odiamos a los demás. Donde estamos rodeados de indiferentes, de personas sin sentimientos, ante las injusticias y la violencia. Donde sólo se importan ellos, nadie más. La sociedad ha conseguido que no sean solo los indiferentes, los ricos y millonarios, indiferente hacia los demás, puede ser cualquiera que tengamos cerca.

El capitalismo es un sistema económico, no es un sistema de justicia social. Opta por el beneficio de unos pocos y con el aprovechamiento de los demás para conseguirlo. Donde nos venden, las oportunidades que brinda la economía de mercado y el poder aprovecharlas. Cuando nos creemos esa mentira, ya estamos atrapados. Entramos en un laberinto donde queremos satisfacer la necesidad, sin llegar nunca a obtener la satisfacción. Nos pasamos la vida consumiendo, nos endeudamos para tener cosas, con la esperanza de ser felices y no lo conseguimos.

Estamos insatisfechos permanentemente, por el miedo de no tener suficiente, de perder algo o simplemente tener más que el otro, por envidia. Es ese egoísmo indiferente, donde todos actúan persiguiendo su propio interés y que hace funcionar la economía, el sistema, haciendo posible que todos consigan sus objetivos. Lo que nos hace preocuparnos solo de nosotros mismos, olvidando a los demás, con la peor de las indiferencias.

Este mundo está construido sobre el dinero. Trabajamos por él, compramos con él, con el pretexto de ser, tener y disfrutar, aunque lo que realmente hacemos es hacer a personas millonarias. Creando cada día, más diferencias entre ricos y pobres. Siendo el dinero la única cosa que no es indiferente a casi nadie. El dinero se convierte en el dios, de esta sociedad capitalista.

Nos preocupa más el desenlace de una serie, el cambiar nuestro smartphone, nuestro destino de vacaciones o el estado de nuestra tesorería, que una guerra en Ucrania, un genocidio en Gaza o los miles de migrantes que abandonan sus países, para morir en el mar y llegar a un destino, en los cuales son indiferentes para tantos. Este es el mundo que hemos creado entre todos, del que no podemos sentirnos orgullosos y que no hacemos nada para cambiarlo.

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