El sistema constitucional lo marca la norma suprema del ordenamiento español que es la Constitución Española de 1978. Estableciendo el Estado social y democrático de Derecho, las fuentes del derecho, los derechos fundamentales y sus garantías, la regulación de sus instituciones de gobierno (Parlamento, Gobierno, Corona, Poder Judicial o Tribunal Constitucional). Así como la distribución territorial del poder en las Comunidades Autónomas, su relación con el resto del Estado y su financiación.
Este sistema constitucional que nos hemos dado los españoles, con sus errores, necesidad de posibles enmiendas y ausencias, es lo que nos ha permitido salir de una dictadura de casi cuatro décadas a una democracia. Que después de 47 años, sigue ordenando la problemática de la realidad político-social española. Esa Constitución que parece no satisface a los partidos nacionalistas y tampoco a esa derecha extrema que pretende destruir todo lo que tenemos.
Por eso tenemos que defender nuestro sistema constitucional de quienes lo quieren cambiar, recordando tiempos pretéritos. El problema con esa extrema derecha, es que vale la aplicación del 155 como se hizo con el «procés» catalán en la declaración y suspensión de la independencia del 10 de octubre de 2017, con el president Carles Puigdemont.
Si queremos preservar nuestro sistema constitucional y parar a los que quieren destruirlo, solo existe una forma: es no votarles. Cosa aparte, es que el resto de partidos políticos también respeten nuestro Estado social y democrático haciendo las cosas «bien». Porque de no hacerlo, los beneficiados, siempre son los mismos, los partidarios de la antipolítica, el negacionismo y el «orden» de otros tiempos.