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Los incendios forestales son un problema político.

Los incendios forestales están quemando miles de hectáreas en España, principalmente en Castilla y León, Andalucía, Galicia y Extremadura. Las condiciones metereológicas, la falta de un mantenimiento durante el año de los bosques, el negacionismo climático y la acción de los pirómanos son el caldo de cultivo para algo que es noticia todos los veranos y no debería de serlo.

Los incendios son responsabilidad de las CCAA, pero también de coordinación entre Interior, Medio Ambiente y Defensa, en definitiva, es un problema político. Que no se puede limitar a la función de apagar incendios. Las diferentes administraciones deben desplegar sus medios durante todo el año, para anticiparse para mitigar los riesgos de la población y reduciendo los posibles daños. Una campaña contra incendios no puede limitarse solamente al verano y desmantelarla hasta el siguiente verano. Bomberos con una situación precaria: contratos de temporada, sueldos bajos y escasez de medios. A los que no se les puede exigir la profesionalidad necesaria, para un trabajo tan exigente.

Porque, los incendios ha existido siempre, pero ahora los incendios son más frecuentes, intensos y de mayores proporciones, debido al cambio climático. Unos nuevos incendios llamados de sexta generación, que se manifiestan con mayor virulencia y que son difíciles de atajar con las técnicas y conocimientos actuales, por su rapidez de propagación e intensidad.

A lo que se une los partidos de derecha y ultraderecha que apoyan un negacionismo climático, culpando incluso al ecologismo radical y las políticas verdes, de los incendios forestales. Argumentos que sirven para politizar cuestiones transversales como el cambio climático y las políticas medioambientales.

Finalmente, se añade las consecuencias de los pirómanos, personas que algunos tienen problemas psiquiátricos y los que están en perfecto estado, que deciden incendiar con fines económicos, laborales, vengativos o como encargo delictivo. Porque en los bosques hay muchos intereses agrícolas y económicos, donde muchas personas se prestan a destruir nuestros bosques por dinero, para que se transformen en nuevos cultivos, a merced de intereses económicos particulares. Es necesaria trasparencia de las causas, la persecución de los culpables y el procesamiento judicial de los pirómanos.

Que no se produzcan incendios, es un problema político para lo cuál es necesario acciones de educación ambiental, prevención y por supuesto de persecución de los culpables e interesados. Es necesario una mayor especialización y dotación del personal que apaga los incendios. Si la iniciativa de la UME (Unidad Militar de Urgencias) fue una iniciativa de José Luis Rodríguez Zapatero en 2005, mal acogida por la derecha, y que se ha demostrado su utilidad. Es necesario, que todas las Comunidades Autónomas, tengan los medios adecuados o se piense en un cuerpo de bomberos profesional a nivel nacional. Lo que está claro, es que no se quemen los bosques es una labor de todos, pero principalmente es un problema político.

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