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Las guerras son el fracaso de la razón.

Las guerras siempre han formado parte de la existencia del ser humano, el triunfo de la fuerza y el fracaso de la razón. A través de dicha fuerza, se mata se hiere a personas. Se destruyen edificios, colegios, hospitales, infraestructuras… Que generan desigualdades, que crean una situación de vulnerabilidad extrema a la población que sufre dicha violencia. Las guerras tienen como origen múltiples motivos, desde cuestiones históricas, territoriales, cambios de relaciones de poder o dirimir disputas económicas, ideológicas o religiosas. Decía Voltaire que el verdadero triunfo de la razón era aquel que nos permitía llevarnos bien con aquellos que no la tenían. Pero, siempre hay una de las partes que no permite ponerse de acuerdo.

El primer punto a alcanzar del Objetivo de Desarrollo Sostenible número 16 de la Agenda 2030 es la reducción de todas las formas de violencia, como las guerras. Se pelea por una patria, por un dios, por la soberanía o por la democracia… Las guerras de Ucrania y de Gaza, siguen cobrándose victimas cada día. Donde las instituciones internacionales y las autoridades estatales deberían conseguir un compromiso de protección civil desde el mantenimiento y el respeto a los DDHH, en Ucrania y Gaza. No hacen nada para influir y trabajar en favor de un alto el fuego, sin condiciones. La ayuda humanitaria se ve amenazada en el suministro y el acceso a productos básicos, de saneamiento y sanitarios, lo único que realmente funciona es el abastecimiento de armamento.

Todo para conseguir una ansiada paz, una paz que es para todos pero no con los mismos beneficios. Porque está la paz de los ganadores y la de los perdedores. Donde no existe por parte de los ganadores de buscar la verdad, la justicia, la reparación e incluso la no repetición. Después de las guerras, aparte de la destrucción, queda el odio y los engaños. Estas semanas que se habla insistentemente de una tregua en Gaza y en Ucrania por parte de Trump, hablamos de la eterna demagogia, para crear en la comunidad internacional una falsa sensación de paz, donde la resolución pacífica de los conflictos no son reales. Quizás, simplemente que dejen de morir personas, pero no de solución a los problemas que fueron los motivos iniciales de las guerras. Ni Moscú, ni Israel están dispuestos a negociar para perder, ellos quieren ser los ganadores.

Porque nadie se cree que en la guerra no hay vencedores y en la paz no hay perdedores. La paz se supone que es el triunfo de la razón, pero es casi siempre un engaño. Las guerras han acabado con imperios borrados, aún seguimos después de más de dos mil años defendiendo el “Si vis pacem para bellum” (Si quieres la paz, prepárate para la guerra). Existen intereses económicos por parte de Estados y de la industria armamentística, que involucra tanto a empresas privadas como a Estados. La guerra es un negocio y muchos se lucran ampliamente con ellas, no les importa provocar sufrimiento y violar los derechos humanos. Las guerras seguirán existiendo, sea en Ucrania o en el genocidio de Gaza.

No hay lectura crítica, ni se ponen los medios para evitar la guerra siguiente. Las guerras no son inevitables, pero parece que interesan a demasiadas partes. Vivimos en una sociedad que se seguirán preparando guerras, muriendo personas y destruyendo todo, para volverlo a construir. Cuando personajes como Trump, Putin, Netanyahu o Zelenski acaben con estas guerras, se iniciaran otras nuevas, porque muchos están convencidos de que gracias a las guerras ha prosperado nuestra civilización. ¿ Dónde está la gente en contra de la guerra ? Nuestra pasividad es cómplice con los dioses de la guerra.

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