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El relato de la derecha.

El relato político es una estrategia de comunicación que sirve para transmitir la imagen de un líder, de un partido político, de una ideología o de un suceso.  Proponiendo mediante la narrativa, los sentidos y las emociones, en torno a un conflicto entre partes antagónicas, haciendo una alusión permanente al discurso opositor que representa todo lo malo, frente a lo propuesto, que es todo lo bueno. Creando confianza, enfatizando en la polarización y la simplificación.

La batalla por el relato entre la izquierda y la derecha en España, lo gana muchas veces la derecha, a rebufo de la extrema derecha. Donde ideológicamente la derecha está cómoda, son como los ciclistas del pelotón, el PP se coloca justo detrás de la extrema derecha, para aprovechar la resistencia inicial. Existe una complicidad entre la extrema derecha y la derecha, porque al final son más sus semejanzas, que sus diferencias. Se puede legitimar un relato, asumiendo errores, pidiendo disculpas por ellos, dimitiendo quien tenga que dimitir y posteriormente exigir otras responsabilidades. Pueden ser relatos basados en valores, en objetivos, metas que conseguir y misiones que realizar. O, por lo contrario, puede ser un relato basado en la mentira y en el ataque personal.

El relato de la extrema derecha es populista, conservador y reaccionario a la vez. Con un nacionalismo extremo y autoritario, con rechazo a los cambios y con la voluntad de revertirlos. Con la utilización de mentiras y noticias fake. Con antecedentes como el fascismo, el nazismo o el falangismo español. Que une a personas con ideales identitarios y de conservación de privilegios, para unos y de seguridades para muchos. Una ultraderecha que rechaza los derechos de minorías étnicas, identidades de género o personas migrantes. Que aspira a seducir a los posibles perdedores, a los indignados del relato de la izquierda. Donde tildamos de «facha» o «fascista» dicho relato, que abarca desde organizaciones neofascistas, neonazis y derecha alternativa antisistema, rechazando el sistema de democracia liberal y buscando su destrucción. Este relato populista está triunfando en muchos países europeos y también en Estados Unidos.

A su rebufo está el relato de la derecha tradicional, que en definitiva es el mismo, pero sin tanto extremismo, defendiendo el sistema de democracia liberal, pero muchas veces cuestionando su funcionamiento e instituciones. Es el que vivimos actualmente en España, con un relato del PP en contra del Gobierno de España y personalizado en el presidente del Gobierno Pedro Sánchez, cuestionando su legitimidad. Por acusaciones contra su esposa, investigada por un supuesto delito de tráfico de influencias. Su hermano, por tráfico de influencias y prevaricación. El fiscal general del Estado Álvaro García Ortiz, por revelar información confidencial en un caso que implica a la pareja sentimental de la presidenta de la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Además, de una presunta trama de corrupción en la que se habrían concedido contratos millonarios para comprar mascarillas en 2020 y la adjudicación de obra pública y servicios a determinadas empresas a cambio del cobro de comisiones ilegales.

Mantener un relato de la izquierda, defendiendo su posición, explicando sus avances y soportando las críticas de los adversarios, se ha tornado en complicado. Por no decir, imposible. El PSOE ha fallado en su relato y la izquierda en su conjunto, también. En las próximas elecciones no bastará con «asustar» con la posibilidad de un Gobierno con la ultraderecha. Es necesario ser pragmáticos, abandonar el cainismo de la izquierda y su imposibilidad de acuerdo. Es necesaria al unidad de toda la izquierda, que mantenga un mismo relato, una misma agenda y unos adversarios comunes. Sin eso, el relato de la derecha tiene adjudicado su triunfo electoral.

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