Solo el voto salva al pueblo.

Nos equivoquemos, cuando se dice: "el pueblo salva al pueblo", el lema de rabia y resiliencia que se extiende en las zonas arrasadas de Valencia. No, el pueblo no salva al pueblo, solo el voto salva al pueblo: lo salva la democracia y sus instituciones. El pueblo puede salvar al pueblo, pero a través de la administraciones que pagamos todos con nuestros impuestos. No podemos confundir la solidaridad entre ciudadanos, con la responsabilidad del Estado de salvaguardar a sus ciudadanos. Decir que “solo el pueblo salva al pueblo”, es atacar al propio Estado, es crear desconfianza sobre  las instituciones, es lo mismo que reconocer que estamos en un "Estado fallido", y España aunque le pese a la extrema derecha no lo es. Un Estado fallido es aquel que no puede garantizar su propio funcionamiento por su falta de autoridad, su incapacidad para controlar su territorio, su pérdida ante la comunidad internacional o…

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Las instituciones están en peligro.

Las instituciones garantizan el sostenimiento de la democracia. Son un garante del buen funcionamiento democrático, son las reglas del juego en una sociedad y deben ser un enlace entre la ciudadanía y la democracia. De hecho las instituciones emanan de la voluntad del pueblo, forman parte de la representación de los intereses de la gente y debería servir para dar respuestas a sus demandas. Todas las instituciones deben tener en cuenta cuales son sus objetivos, para qué fueron creadas, cuales van a ser los mecanismos para su funcionamiento y que le permita adaptarse a los cambios dentro de la sociedad. Porque "pasan los hombres, pero las instituciones perduran" y se deben adaptar a los cambios. La existencia de un entorno de instituciones, es lo que permite reducir la incertidumbre en las decisiones del Estado.  La democracia implica el traslado del poder de un conjunto de actores a un conjunto de normas. Ninguna…

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Las personas pasan, pero las instituciones quedan.

Jean Monnet, uno de los fundadores de la Europa unida, decía que “los hombres pasan, pero las instituciones quedan; nada se puede hacer sin las personas, pero nada subsiste sin instituciones." Esto es de lo que nos quieren convencer la mayoría de la clase política española: desvincular los indicios de que el rey emérito Juan Carlos I lograra su fortuna como comisionista internacional, con la institución de la monarquía. Y, más aún, desligar sus supuestos devaneos como intermediario, con su supuesta buena gestión como jefe de Estado. Ni el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ni el del Partido Popular, Pablo Casado, quieren hablar de los indicios de la Fiscalía del Tribunal Supremo sobre los supuestos delitos de Juan Carlos I, los dos se afanan en defender el papel de Felipe VI y de la monarquía. Los indicios que la Fiscalía de Tribunal Supremo habría encontrado para incriminar al rey emérito Juan Carlos…

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