La realidad tiene mucho de pesimismo y nuestra actitud cuando queremos cambiar las cosas, es más optimista que pesimista. El optimista se adecua a la realidad. Es responsabilidad de cada individuo, intentar mejorar la realidad con nuestras acciones. Las cosas pueden y deben ser mejor. Yo siempre he sido pesimista con lo que me rodea, y optimista en intentarlo. Decía José Saramago, que los pesimistas «Son los únicos interesados en cambiar el mundo, porque los optimistas están encantados con lo que hay». Pero, eso solo es una parte de la verdad, porque hay pesimistas que quieren cambiar el mundo y están los que han perdido toda esperanza de poder hacerlo.
El pesimista ve las cosas con escepticismo, cuestiona todo lo que observa, escucha y lee. No comprende el por qué de muchas cosas, se pregunta las razones e intenta buscar explicaciones y soluciones. No espera de manera inocente a que las cosas cambien. No somos fatalistas, creemos que el pesimista lo tiene todo perdido y solo puede ganar. Por eso, los pesimistas somos combativos, aunque también hay los que no hacen nada. Los que consideran que los problemas no se cuestionan o piensan que se resuelven solos. Nos molesta que nos traten como personas negativas. Al pesimista, hay ciertas realidades que no nos gustan y por eso queremos cambiarlas.
Los optimistas y los pesimistas quizás queremos lo mismo: el final de las guerras, del hambre, de los movimientos humanos. Pero, unos se conforman y otros luchamos para cambiar las cosas. Unos creen en la esperanza, en el azar o simplemente en el tiempo, que lo cura todo, sin hacer nada. Mientras, los pesimistas sin esperar a que se pueda solucionar, lo intentan, hacen todo lo posible para arreglar los problemas. El pesimista no crea falsas expectativas, porque como decía anteriormente: todo está perdido. El pesimista es un revolucionario intelectual y moral, está preparado para afrontar los problemas, no se quiere quedar al margen de las soluciones, quiere contribuir y ayudar, no conformándose con una realidad no deseable.
En tiempos de injusticias, violencia y dolor, el pesimista sensato es el que no cae en la inacción, mientras el optimista se acomoda y no hace nada. Simplemente esperar. El pesimista no se limita a la mera reflexión, sino que busca la acción y la transformación social a través de sus ideas y su activismo. Es una actitud de enfrentarse a lo peor de la realidad, que es una etapa y no una meta, para conseguir un resultado. La realidad tiene por desgracia, mucho de pesimismo y nuestra actitud es fundamental: todo menos, no intentarlo. Aunque nos tilden de pesimistas…