Los errores son humanos, pero las mentiras son una elección, una falta de veracidad con intención. De lo contrario, se trata de un error, una equivocación, o una mala comunicación. En la verdad hay franqueza, honestidad, lealtad, seguridad en la persona y en las relaciones. Cuando ocultamos la verdad, se persigue siempre un propósito ventajoso. El error, se puede corregir y se aprende de él. El problema es la mentira. La mentira exige que se den estas tres condiciones: falsedad, insinceridad e intención de engañar. Si la mentira consiste en decir algo para inducir a error, es mentira, Si afirmamos lo que no sabemos que es verdadero, es mentira. Cuando se dice lo innecesario y lo tomamos como verdadero, es mentira. La ambigüedad y la falta de datos, es otra forma de no decir la verdad. Decir lo que sabemos u opinamos, no es la verdad. La mentira es lo opuesto a la verdad y que siempre acaba trascendiendo, mientras la mentira quiebra la confianza. Cuando empleamos para engañar la comunicación escrita, las palabras tienen aún un peso mayor que en la comunicación verbal.
Las mentiras no necesitan causar un perjuicio a otros, sin dejar por ello de ser igualmente censurables. Noelia Núñez, diputada del PP y vicesecretaria de Movilización y Reto Digital ha reconocido este miércoles que no tiene el Grado combinado de Derecho y Ciencias Jurídicas de las Administraciones Públicas de la UNED que figura como «doble grado» en su perfil en la página del Congreso y ha asegurado en un mensaje en redes sociales, que esa titulación aparece por error en su currículum. Los errores son humanos, pero falsear un currículum es mentira. Según declara: «No ha finalizado los estudios«, pero ella hizo una declaración responsable comprometiéndose a que toda la información que aportaba era veraz. Por lo tanto, no se puede hablar de errores. Noelia Núñez, ha dimitido de todos sus cargos por mentir sobre su currículum. Núñez ha asumido «toda la responsabilidad» de sus actos. Ahora, comienza el rifirrafe, entre PP y PSOE, sobre la titulitis de sus señorías, de sus posibles errores o mentiras.
La derecha siempre apela al mérito como criterio de legitimidad para pensar la distribución en la sociedad. La meritocracia argumenta que las desigualdades son el resultado de nuestros méritos y nuestros esfuerzos. El mérito es un producto que mezcla, en cantidades variables, dos ingredientes: las capacidades y el esfuerzo. Las capacidades se suelen asociar a la posesión de un título universitario y el esfuerzo, siempre necesario y valorable. No es correcto que Noelia Núñez haya engañado sobre su currículum, pero no es necesario tener una carrera universitaria finalizada para dedicarse como diputada o en cualquier desempeño profesional en el ámbito privado. Incluso me parece acertado el comentario de la vicepresidenta segunda del Gobierno Yolanda Díaz, en la que le «encantaría» tener «un ministro o una ministra que sea albañil o limpiadora». Porque la capacidad de una persona no solo se demuestra con la obtención de un título universitario, sino con su trabajo y desempeño.
Quizás necesitamos más políticas y políticos, con menos dobles grado y masters. Y, con más sentido del deber, capaces de generar empatía y liderazgo, con habilidades para diseñar y trabajar en equipo, habilidades estratégicas y sobre todo honradez. La política es tomar decisiones, la política sirve para transformar la sociedad y en busca del bien común. Donde todo el mundo, independientemente de su actividad o inactividad, tenga acceso a la sanidad, la educación, la cultura, ingresos dignos, condiciones laborales dignas y no sufrir discriminación alguna. En la política puede hay errores que son humanos, pero lo que nunca deben existir es mentiras.