Hay quienes consideran que criticar la política de Israel se puede calificar de antisemita. No, porque los palestinos, tanto los cisjordanos como los gazatíes, son también semitas. Por lo tanto, el término semita no se refiere únicamente a los judíos. Como indica el Diccionario de la lengua española, este adjetivo designa a los pueblos descendientes de Sem, cuyas lenguas son de origen semítico, entre las que se incluyen el hebreo, el árabe o el arameo, entre otras.
El Diccionario de la Real Academia Española define antisemita como el «que muestra hostilidad o prejuicios hacia los judíos, su cultura o su influencia». El antisemitismo, puede ser «el odio más antiguo», que se ha ido mutando en los últimos 2.000 años, donde el catolicismo culpó al pueblo judío por la muerte de Jesucristo.
Existe la percepción de que el antisemitismo es solamente el odio a los judíos, pero puede ser de carácter religioso, social, étnico, etc. Es decir, que el antisemitismo podría incluir también a los palestinos. Cuando hacemos criticas contra Israel, no se hace por cuestiones religiosas, culturales o racistas, se hace como crítica a su política. Culpar a los judíos sí que sería antisemitismo, pero no lo es, el estar en desacuerdo con unas políticas concretas de un gobierno sionista.
El sionismo, es el «movimiento político judío centrado en sus orígenes en la formación del Estado de Israel y, después de la proclamación de este en 1948, en su apoyo y su defensa». Es un movimiento político que buscaba la creación de una nación judía en lo que entonces se conocía como Palestina y para los judíos era la antigua Tierra de Israel. El sionismo defiende y apoya la existencia y la expansión del actual Estado israelí. De hecho, se puede ser judío y antisionista, es decir, no estar de acuerdo con la política expansionista y racista de Israel, contra los palestinos
Yo no soy antisemita, pero soy antisionista, por lo mismo que soy antifascista y antinazi. Por lo mismo que soy antibelicista, defiendo la paz y los derechos humanos. Yo no tengo prejuicios contra los judíos, pero no estoy de acuerdo con sus ideas sionistas. No niego el derecho del Estado judío a existir, pero, reclamo la existencia de dos Estados: Israel y Palestina.
Hoy el régimen israelí está llevando a cabo un genocidio ante el que no podemos callarnos. Un pueblo palestino que es asesinado, ante la pasividad de toda la comunidad internacional, en un momento del auge de la extrema derecha, en toda Europa y Estados Unidos, donde los derechos de la mayoría social están cada vez más amenazados.
Estar en contra de la política sionista de Israel, no es ser ni antisemita, ni antijudío. Defender al pueblo palestino, no es defender el terrorismo de Hamás, ni defender su violencia. Es estar en contra de esta guerra y de todas las guerras. En contra de la militarización y de la violencia. Donde hemos de encontrar mecanismos de paz, para la resolución de los conflictos, antes que la guerra.
Por eso reivindico el derecho a protestar en contra de las decisiones del Gobierno de Israel, sin ser calificado ni antisemita, ni de enemigo del pueblo judio. No es incitar al antisemitismo, por calificar de genocidio lo que está haciendo el gobierno israelí en Gaza.
El derecho de Israel a tener un Estado en su tierra ancestral es legítimo. La creencia de que los judíos tienen el derecho a quitarles la tierra que habitaban los palestinos, no es legitima. La oposición no es a los judíos sino a los sionistas, al odio por el odio. Ser antisionista, es estar en contra de la política del Gobierno de Israel, no es ser antijudío.