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Categoría política de normal.

Ayer en Bruselas, se reunieron el president de la Generalitat, Salvador Illa, con el expresident Carles Puigdemont. Muchas veces, la política no es fiel reflejo de la sociedad. Recuerdo aquella frase de Adolfo Suarez, en su primer discurso televisado el 9 de junio de 1976: «elevar a la categoría política de normal lo que a nivel de calle es simplemente normal», él se refería a la legalización de los partidos políticos y a la inminente democratización de España. Ahora, viene a colación sobre la ley de amnistía, aprobada por el Congreso de los Diputados y avalada por el Tribunal Constitucional, que considera que la norma sirve al interés público porque facilita la normalización política en Catalunya sin vulnerar la Constitución. Pero, que según el instructor Pablo Llarena no es aplicable en la ley de amnistía el delito de malversación, por lo tanto, Puigdemont, Comín y Puig, mantienen las órdenes nacionales de detención contra ellos. Es decir, una reunión que puede considerarse normal, no se ha podido realizar en España, porque Puigdemont hubiera sido detenido.

Puigdemont aguarda la decisión del Tribunal Constitucional sobre su regreso a España y la aplicación de la ley de amnistía. Lo de «elevar a la categoría política de normal lo que a nivel de calle es simplemente normal», para muchos ciudadanos catalanes y del resto del Estado, se ha convertido en algo excepcional. Circunstancia que ya pasó, con las reuniones de Santos Cerdán y Puigdemont en Suiza, para sellar acuerdos con sus socios parlamentarios. Tanto en la política como en la vida, el hablar, el respeto y la cortesía siempre deberían de prevalecer por encima de discrepancias ideológicas, desavenencias personales y sentencias judiciales.

Lo normal, la normalidad, lo normativo, son conceptos que hemos creado entre todos y que regulan nuestra convivencia. Reunirse el president de la Generalitat con el líder de Junts, entra dentro de lo normal, lo habitual, lo corriente, lo razonable, lo lógico. Muchos sacarán el matiz entre lo correcto y lo incorrecto, lo que está bien y mal, por estar Puigdemont huido de la justicia. Lo que para algunos es diálogo, para la derecha y extrema derecha es «rendir pleitesía a Puigdemont y prometerle lo que haga falta». La reunión de Illa y Puigdemont, puede ser el comienzo de los contactos entre el Gobierno central y Junts para aprobar los Presupuestos Generales o una de las exigencias más relevantes de Puigdemont para votar la investidura de Sánchez en 2023, que fue la oficialidad del catalán en la UE. Simplemente es hablar, para poder llegar a acuerdos.

Cuando Adolfo Suarez hablaba de «elevar a la categoría política de normal lo que a nivel de calle es simplemente normal», estaban cuestiones como la legalización del Partido Comunista y se aprobó. Y, no pasó nada. Cuando el Tribunal Supremo declare que el delito de malversación es amnistiable, que Puigdemont no tenga la orden nacional de detención. Cuando Puigdemont sea libre se podrá reunir con quien desee y la noticia no dejará de ser normal. Igual que ahora, porque lo anormal es solo para las personas que piensan que Puigdemont, debería estar en la cárcel. Y, por supuesto sin visitas.

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