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El lavado de imagen en Eurovisión.

El lavado de imagen es una estrategia de marketing para mejorar la imagen de una empresa y aumentar las ventas o mostrar a los estados con una imagen diferente de su realidad, apropiándose de unos valores que muchas veces rechazan o simplemente incumplen. Un buen escenario para lavar la imagen es el festival de Eurovisión, que tuvo el año pasado, según la Unión Europea de Radiodifusión, 166 millones de espectadores en 37 mercados, tres millones más que en 2024.

La Asamblea General de la Unión Europea de Radiodifusión (UER) ha decidido en su reunión de este jueves mantener la participación de Israel en la próxima edición del certamen. RTVE ha decidido no participar en Eurovisión 2026 por la presencia de Israel en el concurso de la canción y por considerar que «Eurovisión no es un concurso de canciones sino un festival dominado por intereses geopolíticos y fracturado» según el presidente de RTVE, José Pablo López. A dicho boicot se han unido Irlanda, Países Bajos y Eslovenia que habían pedido con España, la exclusión de Israel debido a la guerra en Gaza y a las acusaciones de prácticas irregulares en las votaciones del certamen.

En el certamen anterior RTVE pidió a la UER debatir la posible exclusión de Israel hasta que no cesara la matanza de palestinos en Gaza, no se atendió dicha demanda. Los comentaristas hicieron alusiones a la tragedia que estaba viviendo el pueblo palestino en Gaza con amenazas de multar a RTVE. Y, antes de que comenzara la actuación de la cantante israelí apareció en la televisión un cartel en español e inglés: «Frente a los derechos humanos, el silencio no es una opción. Paz y Justicia para Palestina». Por lo tanto, la decisión de no participar en Eurovisión ha sido totalmente coherente y anteponiendo el respeto a los derechos humanos.

Eurovisión se ideó durante la posguerra, con la idea de crear un festival musical que reuniera a todos los países del continente y que fuera transmitido al mismo tiempo por sus televisiones. Con la idea de celebrar la diversidad que hay en el continente europeo, así como la libertad y unión entre los distintos países. Siempre la UER se ha reivindicado como apolítica, esa neutralidad es totalmente incierta. En 2009, Georgia, participó con una canción que hacía un juego de palabras contra Vladímir Putin un año después de la invasión rusa. Armenia se retiró en la edición de 2012, que se celebró en Azerbaiyán, y en 2015 tuvo que cambiar el título de su canción porque hacía referencia al genocidio de su pueblo. En 2021, Bielorrusia,  fue expulsada porque su canción apoyaba de forma implícita al presidente Aleksandr Lukashenko. En 2022, tras la invasión de Ucrania se vetó la participación de Rusia.

En el festival de Eurovisión no todos los países son democráticos ni respetan los DDHH. Pero, lo utilizan para el lavado de imagen. Nosotros en España también sabemos de dicha utilización, el dictador Franco puso mucho interés en conseguir el triunfo en Eurovisión en 1968 con Massiel y su canción «La, la, la» y al año siguiente, en 1969, con Salomé y «Vivo cantando», exequo con otros tres países. La España franquista tuvo la oportunidad de acoger el festival en el Teatro Real de Madrid,  liberando a presos políticos e intentando dar una imagen que no se parecía con la realidad.

Sin embargo, muchos países en 1969, mostraron sus intenciones de abandonar el festival debido a que España no era un país democrático. Y, la UER expulsó a Rusia tras el comienzo de la invasión a Ucrania en febrero de 2021. Pero, Israel que ha invadido territorio, que estaba en guerra contra el pueblo palestino y con pruebas de estar infringiendo un genocidio y una crisis humanitaria, no se ha votado a favor de la no participación de Israel en el festival de Eurovisión.

La cultura es un vínculo de unidad, pero no a cualquier precio, no se puede participar ni en un festival de música, ni en una participación deportiva o de cualquier otra índole con un país que mantiene el acoso en la Franja de Gaza, aún a pesar del acuerdo de paz. La declaración de los Derechos Humanos en 1948 fue después de la Segunda Guerra Mundial, en un período de destrucción y genocidio, cuando había una especial sensibilidad por la defensa de los derechos humanos. Ahora, parece que eso se ha olvidado. Países como Reino Unido, Alemania, Italia y Francia, que forman el conocido como «Big Five», el grupo de los cinco mayores contribuyentes a la UER, siguen manteniendo su participación en el festival.

El lavado de imagen del Estado de Israel seguirá en Eurovisión, como ha dicho su presidente, Isaac Herzog: «Israel se merece estar representado en todos los escenarios del mundo» y para ello cuenta con patrocinadores con capital israelí como Moroccanoil, una empresa de cosmética capilar con sede en Nueva York. que seguirá como patrocinador oficial en la edición de 2026 en Viena. A lo mejor para la UER es más importante el dinero, que el respeto a los derechos humanos. Este año nos evitamos ver en España el festival de Eurovisión.

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