Cuando llega el fuego, el agua, un terremoto, un volcán, la mancha del Prestige, la pandemia o lo que sea, parece que existe una ineficacia frente a las catástrofes en España. La ayuda siempre llega tarde. La organización política y territorial de España se organiza en cuatro niveles: el Gobierno central, las comunidades autónomas (CC. AA.), sus provincias y los municipios, que son entes políticos por sí mismos, que crean y ejecutan sus propias leyes en parlamentos elegidos por sus ciudadanos, excepto los municipios, que pueden redactar reglas. El Estado es una organización real de organización que incluye a las Comunidades Autónomas, cuyos órganos, por tanto, son poderes públicos e indirectamente órganos del Estado. Y, que el Presidente de la Comunidad Autónoma, es nombrado por el Rey, como la representación ordinaria del Estado en el territorio autonómico.
Cuando no llegan las ayudas en una catástrofe con la suficiente rapidez, por falta de prevención, de falta de medios o por demora de las ayudas económicas. No es solo un problema del Estado a nivel de Gobierno de España y de la ineficacia del sistema de alerta español, es un problema de las CC.AA que son también Estado. Son las Comunidades Autónomas, en el marco de sus competencias, las que tienen que decidir que el mando pase al Gobierno de España si consideran que no pueden ejercer el control. Es decir, pasar de alerta en nivel 2 donde solo se envía lo que pide la comunidad autónoma, que es la que tiene el mando de la situación. Al pasar al nivel 3, es donde el Ministerio del Interior asumiría la dirección de la emergencia. En estos momentos de grandes incendios en Castilla y León Extremadura y Galicia, al igual que pasó con la DANA de Valencia, en octubre de 2024, son cada una de las CC.AA las que tienen que solicitar el nivel 3 de alarma, si lo consideran necesario.
Tenemos la experiencia del Covid, en la que el Gobierno de España apostó por el estado de alarma, poniendo en valor lo público, valorando la protección social y el amparo social. Frente a una derecha donde la economía era su bien superior y en contra del confinamiento, que se demostró que era la medida más eficaz para hacer frente a la propagación del virus. Atacando permanentemente por la falta de libertad, que utilizó como forma de desgaste al Gobierno. El estado de alarma permitió influir sobre la movilidad y por lo tanto a la circulación del virus. Pero, tampoco satisfizo a todos.
Atacar al Gobierno de España, por parte de la oposición, es una estrategia para eximirse de la responsabilidad e ineficacia de los medios de los ejecutivos autonómicos. En la actualidad, como responsables de las labores de prevención como de apagado de los incendios, buscan una confrontación entre CC.AA y Gobierno, mientras España se quema. La falta de gestión, abandono rural y falta de rentabilidad de nuestros bosques, el abandono de la agricultura y la ganadería extensiva, la crisis y la negación climática, los intereses privados en los incendios, la falta de inversión en la prevención, medios y personal, fuegos intencionados, negligencias y descuidos… Todo ello es responsabilidad de las CC.AA, si apostamos por una España descentralizada.
La otra opción es la de la ultraderecha, la «constatación del fracaso del Estado Autonómico«, la declaración de emergencia nacional: «catástrofe nacional, respuesta nacional», un negacionismo frente al cambio climático convertido en su política presupuestaria y política. Contra la ciencia y la evidencia. Acusando de «fanatismo climático al Gobierno de España por la Agenda 2030 diseñada para combatir la crisis climática y cuyos programas reciben partidas económicas. El bosque se quema y piden ahora más medios del Estado. La solución para prevenir y apagar los incendios no es ni la centralización del Estado, ni que el ejército sea la única solución. Es la responsabilidad de que cada Comunidad Autónoma cuide sus bosques y sus medios de prevención.
No debería haber discrepancias ideológicas en una situación como los incendios forestales. Con la creencia de que «el pueblo, salva al pueblo», se busca una desobediencia civil que no sirve para nada o por lo menos, no es suficiente con la iniciativa en tareas vecinales o comunitarias para mejorar las condiciones de los incendios y poniendo en peligro la integridad de dichas personas. La seguridad y coordinación en los incendios, es fundamental. Es necesaria una política de previsión, confiable y eficiente para tener todos los medios para luchar contra los incendios y eso es un problema político. El cambio climático existe, la Tierra se está calentando a un ritmo sin precedentes, y la actividad humana es la causa principal de este calentamiento. La ineficacia en la gestión de las catástrofes, comienza en las Comunidades Autónomas…