Siempre nos quedará Paris.
París vuelve a ser sede de los Juegos Olímpicos luego de 100 años, una ceremonia de inauguración que quiso representar los valores olímpicos, pretendiendo provocar una reflexión sobre la tolerancia, la inclusión y la diversidad, donde la ultraderecha de Francia y varios países europeos interpretaron como una ofensa a los cristianos. Donde el momento que suscitó más críticas fue la escena que llevó por título "Festividad" y que recordaba la última cena de Jesucristo con sus apóstoles, sustituidos por drag-queens y una modelo trans. Con un cantante con el cuerpo pintado de azul y con guirlandas de hojas y frutas, asemejándolo a Dioniso, el dios griego que simboliza el vino y los placeres carnales. A lo mejor tenía poco que ver con unos juegos olímpicos, pero si con la libertad y con unos valores de diversidad, tolerancia e inclusión. Francia es un Estado laico, donde existe una neutralidad del Estado como principio relacionado…