Inflación alimentaria.

subida de precios

La inflación alimentaria en España sigue subiendo. La supresión y reducción temporal del IVA en productos como pan, leche, huevos, harinas, legumbres y frutas y hortalizas, y a su reducción del 10% al 5% en aceite y pastas, así como el cheque de 200 euros para familias vulnerables, no está resultando suficiente. España ronda una inflación alimentaria en el entorno del 15%. Nos habíamos olvidado de aquella inflación en España, desde los Pactos de la Moncloa en 1977, cuando la inflación llegaba a casi el 30%. Desde la creación del euro en 2002, sobre todo tras la entrada en la UE, y muy especialmente tras formar parte de la eurozona, la inflación en la eurozona ha estado controlada en el entorno del 2%, alcanzando incluso tasas negativas hasta 2020, justo antes de que llegara el confinamiento por la pandemia del Covid.

Con la salida de la pandemia, la inflación fue escalando hasta llegar al 6,5% a finales de 2021, debido sobre todo a los desajustes producidos en la cadena internacional de suministros. Después la guerra de Ucrania, hasta alcanzar el 10,8% en agosto de 2022, la más alta desde 1980. Agravado por el encarecimiento de los precios de la energía, otro factor que ha influido en la subida de la inflación ha sido la sequía. La escasez de lluvias y las altas temperaturas han reducido de forma generalizada algunas producciones de especial relevancia en la cesta de la compra (cereales panificables, frutas y hortalizas, aceite de oliva, oleaginosas, legumbres,…) Los costes en el sector ganadero, han aumentado por la falta de pastos y la utilización de piensos. La inflación subyacente (la que no tiene en cuenta ni el precio de la energía ni el de los alimentos frescos no elaborados) se resiste a bajar y es una de las más altas de Europa. Lo cual demuestra que no es solo un problema coyuntural que se pueda achacar a la guerra de Ucrania o a la sequía.

Según los datos de la Agencia Tributaria y la central de balances del Banco de España, los márgenes empresariales son los más altos desde 2014. Es decir, que las empresas han podido trasladar una parte importante del repunte de costes a los precios de venta, porque aunque las empresas han sufrido un aumento de costes, han sido capaces de trasladarlo al precio de venta final, permitiendo aumentar sus márgenes de beneficio a pesar de la inflación. En España cinco grandes empresas como Mercadona, Carrefour, Eroski, Lidl y Dia canalizan en torno al 50% de las compras que efectúan los hogares en híper y cadenas de supermercados. Quizás sería conveniente conocer sus márgenes de beneficios y conocer qué es lo que pasa con la Cadena Alimentaria, que tiene como objetivo equilibrar la cadena para mejorar la posición de los agricultores y ganaderos, donde ellos siguen vendiendo sus productos a precios ruinosos.

Nos debemos acostumbrar a que todo sube y que quizás nunca volverán a bajar los precios. Donde adoptar medidas como la de limitar o topar el precio de los alimentos, como se ha hecho en el mercado energético del gas, es complicado y por supuesto no interesa a la Gran Distribución. El panorama es sombrío: subida de los tipos de interés con su grave consecuencia en el fuerte encarecimiento de las hipotecas; subida de los precios de la energía;  subida de precios de la cesta de la compra y resistencia de la patronal a subir los sueldos. Si esto no es una crisis económica, se parece mucho. La espiral inflacionista llega de forma tangible en el bolsillo de los ciudadanos, mientras las energéticas, los bancos y las empresas en general nunca han tenido tantos beneficios.

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