No se castiga la corrupción en las urnas.
La corrupción no se castiga en las urnas. Los ciudadanos exculpan la corrupción a sus políticos en las elecciones, por la creencia popular de que todos son corruptos y los del otro partido aún más. Este cinismo político conlleva a una generalización de la sospecha sobre todos los cargos públicos, aplicando una presunción de culpabilidad y al final disculpando a "los míos". Cuando se va a votar, es posible que ninguna de las papeletas nos represente del todo, pero es cuestión de prioridades: castigar la corrupción y votar a otros partidos o confiar en los que están, no cambiar. Casi siempre no se castiga la corrupción en las urnas. Los votantes han decidido con su voto confiar en el PP, no castigar la corrupción, no sabemos si por miedo, por conformidad o por ideología. En el 20-D la corrupción afectó al PP, pero ahora el miedo a que otros pudieran ganar, les ha hecho crecer más…
